Érase una vez un padre e hijo que salieron a dar un paseo por un gran bosque, a quienes un caballito de madera les cambió la vida. Como el niño era bastante pequeño su padre lo llevaba sobre sus hombros para que se pudiera concentrar en disfrutar del paseo. Al rato el padre un poco cansado bajó al niño y lo puso a caminar para que hiciera un poco de ejercicio y así disfrutara del paseo desde otra perspectiva. Sin embargo, al niño no le gustó mucho el cambio de perspectiva, ni tener que caminar por ese enooorme parque…
Unos minutos después el niño el niño comezó a decir que estaba muy cansado y empezó a llorar. Su padre trato de calmarlo y hacerle entender que caminar era bueno para su salud y además podía disfrutar del paisaje y el paseo. El niño se tiró al suelo para llorar más fuerte aún y pataleaba… El padre estaba a medio camino entre desconcertado y molesto, pero no se dejó llevar por su primer impulso.
- No puedo papá, estoy muy cansado… No puedo dar ni un paso más… – Gritaba el niño tirado en el suelo a todo pulmón con voz demandante.
El padre ignoró al niño y comenzó a buscar entre las hojas caídas en el suelo unas ramas. Ahora era el niño quien desconcertado se callaba y miraba curioso a su padre. Su padre oyendo que el niño dejaba de llorar siguió ignorándolo y recogiendo ramas del suelo. Pronto consiguió una rama lo suficientemente grande y de manera teatral dijo:
- Por fin la encontré, esta es perfecta.
El misterio de la rama
El niño al escuchar a su padre se levantó y se acercó… pero su padre le daba la espalda deliberadamente:
- ¿Qué es papa? ¿Qué encontraste?
- Ahora no Emanuel, estoy ocupado… Es un secreto…
El niño insistía en querer ver lo que su padre estaba haciendo. Entre tanto su padre le quitaba las pequeños tallos que salían de la rama principal para dejarla “lista”.
- ¿Qué secreto papa? Déjame ver por favor… – Ya la voz del niño no era demandante sino respetuosa y casi suplicante.
Entonces el padre se volteó y le mostró la rama sosteniéndola como si de una varita mágica se tratara:
- Mírala, estoy seguro de que estas sorprendido ¿verdad?
- Si… Siii… Pero ¿Qué es?
- ¿Como que qué es hijo?!!… ¿No lo ves? Ahhh… Imagino que es porque le faltan las riendas….
Entonces se quitó el cordón de uno de los zapatos y ató ambas puntas a uno de los extremos de una rama…
- Aquí está hijo… ¿Ahora si reconoces este maravilloso caballito de madera?
Los ojos del niño brillaron, su cara se iluminó y una gran sonrisa se dibujó en su rostro…
- Ahora sí – dijo el padre – deja que te cargue en mis hombros…
- No hace falta papa… pero… ¿Me dejarías montar el caballito de madera?
- No sé, no estoy seguro… A este caballito de madera no le gustan los niños que se tiran al suelo a gritar… Si quieres pídele disculpas al caballito de madera a ver que dice…
El niño se disculpó y el padre le confirmó que el caballito estaba de acuerdo de que el niño lo montara hasta la casa…
El niño emocionado se puso a lomos de su nuevo caballito de madera. Entre carreras y saltos el niño lo montó desde el parque hasta la casa, sin cansancio, sin gritos y sin llantos.
Incluso después de llegar a su casa siguió muy animado montando su caballito de madera hasta llegada la hora de bañarse.
Motivación, acción y energía – Todo por un caballito de madera
Todas las personas necesitamos elementos que nos impulsen y motiven a seguir adelante. A veces es una palabra, a veces una recompensa, a veces simplemente la alegría de lo que hacemos.
Todos tenemos nuestros propios caballitos de madera. Si bien es cierto que mucha gente dice que le motiva la paga, lo cierto es que lo que lo motiva son las cosas que pueden lograr con ese dinero.
Mucha gente realiza trabajo voluntario. En esos casos la motivación no está en el dinero sino en la satisfacción de lo que se hace y la alegría de quienes reciben su trabajo.
A veces simplemente necesitamos un empujón para llegar más allá. Una palabra de aliento, una idea, una sonrisa, un mensaje o una llamada nos pueden ayudar a sacar todo nuestro potencial.
A veces creemos que no podemos más, pero la verdad es que lo que nos falta es la motivación correcta.
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